7.06.2011

Cose che la natura fá per istranezza: La Jirafa de Piero de Cósimo

Vulcano y Eolo como maestros de la humanidad. Piero di Cosimo . Cuadro que perteneció a  la colección de Lord Lothian  en Dalkeith Escocia, y que adquirió la National Gallery del Canadá en Ottawa.  Obra pintada sobre lienzo basto y de dimensiones: 1, 58 x 1, 56 metros.  (Panofsky, 1972, 55)


Piero di Cosimo odiaba el sonido de las campanas, los jardines sin maleza y los viajes. En su vida, según sus biógrafos, viajó una sola vez a Roma; los demás años los pasó en Florencia, ciudad de ciudades que le bastó para ver todo lo inimaginado y para sufrir los cambios de una época que se le hacía a un hombre de su temperamento, desmedidos. A Piero di Cosimo lo conocí por Panofsky; A Panofsky por un folletín sobre emblemática y por una lectura de Hiriart y a Hiriart por la voz de Bhör que me compartió la historia de Pandora. Pero esta reciente presentación, la de Cósimo y la de Panofsky, ofrece a horas y días de descubierta, historias mínimas para toda la vida. He ahí la historia de la Jirafa que se partió el cuello en Florencia.

Piero di Cósimo, como lo describe Panofsky era un "animalier" apasionado. Retrató buena suerte de animales e imaginó otra cantidad de ellos. En tiempos en los que se dedicaba a su colorido cuadro (al que he dejado a blanco y negro para dedicar todo el resplandor del color a la jirafa), llegó a Florencia el 11 de noviembre de 1487 (según el diario de Luca Landucci) un botín que constaba de una serie de animales raros entre los que venía una "giraffa molto grande e molto bella e piacevole". El presente lo enviaba un Sultán (no se especifica cuál Sultan)  a su Señoría como regalo.  Así, el cambio de residencia de la giraffa fue la ocasión para que di Cosimo la retratara al natural. Cinco años más tarde, en 1492, recoge una de las fuentes consultadas por Panofski "la pobre criatura se rompió el cuello contra  el quicio de una puerta"  (Panofsky, 1972, 58)


 ¿Cómo fue su vida renacentista? ¿Vivía, al caso, la jirafa, tranquila por los palacios, con andar pausado y a la búsqueda de las altas cumbres de alimentos? ¿Que tal Florencia desde arriba? ¿Que tal sus frutos y sus ramas, sus hombres y su agua? Y el invierno: ¿insoportable?¿Cómo fue aquel día, el del accidente? ¿Que habrá sido de su cuello? ¿Lo habrán enyesado con finos polvos italianos? ¿Lo habrán vendado desde la copa de una capilla? ¿que habrá sido de su cuerpo, de sus huesos, de su piel? ¿Bajo que jardín o casa yacen? ¿Existirá un retrato de su convalecencia?Todavía queda por investigar que fue de la jirafa, que tan bonita y natural la pintó di Cósimo y que tanto me gusta.


***


El cuadro arriba ofrecido a los lectores es uno de aquello cuadros que a quién solo ve lo que ve, es bonito y lleno de gente. Los iconólogos como lo fue Panofsky abren tras sus figuras manieristas  secretos ocultos para los que muy poco conocemos de la antigüedad.Vulcano ( dios del fuego, dios con mala suerte que fue arrojado dos veces del Olimpo, la primera vez por su madre Hera  que no soportaba la pierna defectuosa de su hijo y la segunda vez por su padre Zeus enfurecido de que defendiese a su madre)  está a la izquierda dedicado sobre el suelo a las labores del herrero ;  Tras el fuego Eolo, dios de los vientos, que resguarda  los malos vientos en los pellejos de guardar el vino; y así el cuadro lleno de alegorías de los tiempos en que los hombres se civilizaron y empezaron alrededor del fuego y por el fuego  a construir  casas, formar familias nucleares y domesticar los animales. Pero de todo ello no escribiré, como no escribiré sobre los problemas  iconológicos de este cuadro y otros de Piero di Cósimo que tan bien trata Panofsky en el libro que ha inspirado esta breve nota sobre una histórica jirafa: 


Panofsky, Erwin. Estudios sobre Iconología. Madrid: Alianza editorial,1972.


.úrsula.

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